El fin que se nos muestra de la intervención militar ya iniciada es el de proteger a la población civil en Libia. Sin embargo, resulta difícil de creer cuando los mismos países que intervienen no han mostrado esa actitud, ni siquiera una condena firme, en casos recientes en los que se han producido flagrantes violaciones de los derechos humanos sobre población civil: Sirvan como ejemplo los cerca de 1400 palestinos muertos por los bombardeos de Israel en la intervención Plomo Fundido que tuvo lugar hace a penas dos años, el desalojo del campamento saharaui de Gdaim Izik en El Aaiún hace unos meses, la represión sobre el pueblo de Bahrein, o los asesinatos y desplazamientos forzados de población (más de 40.000 personas tan sólo en diciembre de 2010) en Sudán, cuyo presidente, Al Bashir, está acusado de cometer crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra en Darfur.
Los mismos países dispuestos a intervenir militarmente ahora, han apoyado la dictadura de Gadafi durante años, han comprado el petróleo y gas de Libia durante años y han vendido armamento a Libia durante años. Todo ello sin cuestionarse en ningún momento su carácter antidemocrático ni mucho menos el sufrimiento de la población. Esos mismos países han mostrado su “prudencia” a la hora de apoyar las revoluciones democráticas en todo el Magreb a cuyos regímenes antidemocráticos han apoyado sin dudarlo mientras han servido a la defensa de sus poco legítimos intereses. No es una intervención en favor de la democracia sino por intereses económicos y geoestratégicos.
Quien sufre las intervenciones militares es la población civil, tal y como demuestran los casos de intervenciones previas. Los daños y sufrimiento producidos por la guerra que se traducen en desplazamientos, personas heridas y muertas, miedo y destrucción del entorno son siempre sufridas en mayor medida por la población civil. De hecho, tras el inicio de los bombardeos, miles de personas han huido. Personas corrientes, que dejan atrás su hogar y sus vidas, forzadas a desplazarse por la guerra.
Rechazamos regímenes antidemocráticos como el de Gadafi y condenamos las violaciones de derechos humanos al pueblo libio. Por todo ello exigimos que el régimen libio sea juzgado. Asimismo consideramos que ante estas situaciones es necesario alzar la voz y actuar. La pasividad no puede ser la respuesta pero la intervención militar tampoco. Estamos convencidos de que hay otros métodos más adecuados y efectivos de regular los conflictos como la desobediencia civil, la vía diplomática o la interposición.
La llamada operación “Odisea del amanecer” no persigue, por lo tanto, la protección de la población Libia, no persigue el respeto a los derechos humanos, ni tampoco la democracia o la libertad para sus habitantes. Además, la historia ha demostrado de forma reiterada cómo las intervenciones militares no resuelven los conflictos y en ocasiones los agravan, desatan incrementos de violencia o de nuevas intervenciones bélicas. Los ejemplos de las guerras de Afganistán y de Iraq nos dan una imagen de en qué deriva esta forma de intervenir en los conflictos, con un alto número de víctimas civiles, violaciones continuas de derechos humanos y sociedades desestructuradas con gobiernos títeres de occidente que no destacan precisamente por su carácter democrático.
España (y no ha sido precisamente la única), que ha vendido desde 2005 armas por valor de 10,7 millones de euros a Libia y que durante el primer semestre de 2010 exportó a Libia equipamiento militar por valor de 6,8 millones de euros, se ha sumado a la intervención movilizando a unos 500 militares, cuatro aviones de combate F-18, un avión cisterna, una fragata F-100, un submarino y un avión de vigilancia marítima. Resulta hipócrita e irresponsable atacar a quien se ha vendido armas hasta hace unos meses, y además financiar una guerra cuando se están proponiendo recortes sociales injustificables y sin precedentes en aras de hacer frente a la crisis y controlar el gasto público.
Por todo ello, las organizaciones sociales y ciudadanas de Jerez decimos de nuevo alto y claro
¡NO A LA GUERRA!, ¡NO A LA INTERVENCIÓN MILITAR EN LIBIA!
A la puerta del Ayuntamiento de Jerez, jueves 31 de marzo de 2011
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